(Extracto traducido del libro "Everybody Wins", escrito por Bart Cools y Bruno Rouffaer)
La mayoría de nosotros hemos alcanzado un nivel de prosperidad tal que nuestra felicidad ya no aumenta en proporción al crecimiento de nuestras posesiones materiales. La prosperidad contribuye claramente a nuestra felicidad, pero no de forma infinita. Sin embargo, aún podemos aumentar nuestro bienestar compartiendo nuestra riqueza con los demás. Nos hace sentir bien y no hay nada malo en ello: se benefician tanto nuestra propia felicidad como la de personas en situaciones extremadamente vulnerables. Es una situación en la que todos ganamos.
Tener la oportunidad y el poder de mejorar la vida de los demás es un privilegio para muchas personas, que va unido a un sentido de la obligación. Asumir esta responsabilidad es una excelente manera de reforzar nuestros valores personales y ser fieles a nuestras propias convicciones éticas. Nuestra contribución a este mundo no se medirá por el tamaño de nuestra cuenta bancaria, sino por cómo decidimos vivir -y permitir que otros vivan- la suya.
Nuestro tiempo en la tierra es limitado. Todos lo sabemos, pero por alguna razón solemos dejarlo de lado. Caemos en la trampa de creer que el futuro es infinito y que siempre habrá un mañana, cuando no es así. Siempre habrá buenas y menos buenas razones para no actuar, o para no hacerlo todavía. Demasiadas personas no tienen un propósito en la vida, se limitan a flotar, perdiendo el tiempo, y antes de que se den cuenta, todo ha terminado.
Al final de tu vida, cuando recuerdes los momentos, los días, las semanas y los años, ¿te sentirás frustrado por las oportunidades que perdiste u orgulloso de las que aprovechaste? Cuando dejemos este mundo, queremos poder decir: "Vaya, hemos vivido. Y hemos dejado huella. Hemos puesto nuestro granito de arena. Lo hemos intentado. Hemos mejorado las cosas. Hemos marcado la diferencia. Hemos dado ejemplo. Nuestro paso valió la pena".
No se trata de nosotros, se trata de todos nosotros. Se trata de contribuir al panorama general. No hace falta ser un superhéroe ni pensar a lo grande. No tienes que sacrificar tu existencia ni cambiar radicalmente tu vida. No tienes que comer menos. Convertir tus convicciones altruistas en acciones, por pequeñas que sean, puede marcar la diferencia. Y si, al hacerlo, cambias el mundo de una persona, cambias, para esa persona, EL mundo.
Para más información (en inglés): www.everybody-wins.eu